martes, 3 de enero de 2012

Día 3 (continuación)

Continuando con mi faceta filosófica, (que evidentemente en vacaciones me pega fuerte), hoy vamos a reflexionar sobre la realidad.
Todo comenzó cuando por la tarde decidí salir a pasear con mis hijas y la hija de una amiga, (que no está pasando por un buen momento).
Se me ocurrió, como tantas otras veces, ir a la Plaza Congreso (lugar donde hace veinte años conocí a mi esposo, en otro momento les contaré), para darle de comer maíz a las palomas.
Actividad económica, al aire libre y muy divertida, no sólo para mis hijas sino también para los niños que diariamente realizan dicha actividad.
De chica lo hacía junto a mis padres y hermanas, actualmente la realizamos en varias oportunidades con mis hijas y sobrinos y es algo que, según mi experiencia de vida, es común y casi lógico durante la infancia.
Grande fue mi desconcierto cuando al proponer el paseo la hija de mi amiga me miró con cara de ¿¿¿Qué???
¿Cómo puede ser que alguien en este mundo no le haya dado de comer a las palomas. y es más, que ni siquiera sepa de dicha actividad?
No sólo disfrutó muchísimo la experiencia sino que le hubiera gustado quedarse cinco horas más.
Es tan extraña la realidad. Lo que para alguien es lógico para otros no.
Hay tanta subjetividad en juego que de pronto me sentí extraña en mi propio planeta. ¿Por qué me pareció tan rara esta diferencia de experiencias vividas? ¿Por qué mi primera reacción fue de condescendencia ante la falta de dicha experiencia?
Me sentí decepcionada al notar que hay billones de experiencias que no tuve y que probablemente no tendré.
¿Y qué?
El desafío planteado: Ser feliz y pleno con la vida de experiencias que el cosmos, Dios, o quién sea tenga para mí.
¡Tomá mate! Flor de desafío eh!
Por ahora un durazno en almíbar me está haciendo feliz. No es hora de andar con exigencias che!
¡¡¡Hasta mañana ciberamigos imaginarios!!!!


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